¡ EL ASILO TE DA MÁS SEGURIDAD. PERO MENOS FELICIDAD !
Después de ser Procurador de Antioquia, Candidato a la Alcaldía de Medellín por un movimiento cívico, Asesor de Paz y Convivencia del Municipio de Medellín y Consultor en temas de Convivencia Ciudadana en la década de los noventa, que producto de lo anterior, tuve la posibilidad de crear la primera oficina para defender los DD.HH las 24 horas del día; crear la primera Asesoría de Paz y Convivencia en Colombia, para ofrecer salidas pacíficas al conflicto-urbano-armado de los jóvenes que tenían voluntad de paz; crear así mismo, el primer espacio carcelario para que los internos de la cárcel de Bellavista, tuvieran una comunicación positiva con la ciudad y pudieran trabajar a favor de la convivencia ciudadana de sus barrios de origen; y finalmente, demostré desde los tribunales de justicia, en diferentes defensas penales, que lo que los barrio populares de la ciudad necesitaban era más inversión social y menos represión militar, me vi obligado a salir de Colombia con toda mi familia el 9 de julio del 2001, luego que el Congreso de la República comprobara que había contra mi serias amenazas de muerte por parte de los narco-para-militares que se expandían territorialmente para tener el control de toda el Área Metropolitana del Valle de Aburra…que finalmente lograron.
La acogida: la acomodación.
Ante la Asociación Catalana de Solidaridad y Ayuda al Refugiado ACSAR, y la Cruz Roja en Barcelona, expuse mi caso y lo primero que me dijeron era que al llegar a España debía “quemar mis embarcaciones” pues a partir de ese momento iniciaba una nueva vida. Nos trasladaron a un piso de acogida cerca al Paseo Sant Joan, allí, en un espacio de 6 metros cuadrados pasamos el verano del 2001: mis hijas Sara de 6 años, Isabel de 2 y mi esposa embarazada de 7 meses de Sofía, nuestra tercera hija. Compartíamos historias de vida con chechenios, rusos, africanos y latinoamericanos que por diferentes razones habían tenido que dejar su país. Nuestras vidas pasaron al anonimato.
Con la llegada del otoño tomamos contacto con la universidad donde tenía conocidos y la acogida fue un hecho. Todo cambió positivamente como por arte de magia. Posibilidades laborales, ubicación de piso, escolarización de las niñas, seguridad social, cursos de catalán, fueron los primeros contactos con la realidad catalana. Parecía el inicio de esa nueva vida anunciada por la Cruz Roja: “la nueva vida”.
Un asilo atípico
En el año 2003, el Gobierno Español nos reconoce el Asilo Político, a mi esposa, a mis dos hijas y a mí, pues Sofía ya había nacido española. A diferencia de “la alegría” que normalmente representa el que se nos otorgue el asilo político, a mi me produjo una serie de sentimientos encontrados, fue un triunfo, si se puede llamar así, con sabor agridulce. Lo positivo, era el saber que lo expuesto ante las autoridades españolas, donde fundamentaba mis razones que me hicieron salir de Colombia, habían salido positivas y ciertas y no eran producto de mi fantasía, ni de la paranoia que se puede tener en estos casos, esto me tranquilizó. Pero de otro lado, lo negativo, el saber que era cierto que mi vida corría peligro en manos del Estado Colombiano al que yo había representado y defendido en tantas oportunidades, en temas de Derechos Humanos y convivencia ciudadana.
Lo atípico de mi caso, era que por norma general el asilo político se le concede a las personas que en alguna forma han tenido una militancia política que choca con el régimen imperante en su país, quien lo pone en situación de riesgo a él y a su familia. Militancia política que puede provenir de la actividad sindical, del trabajo con sectores populares, por integrar ONGs críticas del sistema, por militar en partidos políticos contrarios al régimen y hasta ser miembros activos de grupos insurgentes armados. En mi caso ninguna de estas militancias se dieron, por el contrario trabaje desde el Estado, defendiendo siempre el Estado de Derecho, y desde donde mi militancia se suscribió a defender la democracia.
Pero tampoco tenía el perfil del inmigrante que sale buscando mejor futuro económico para él y para los suyos, caso en el que se acoge al mercado laborar imperante en el país de llegada, que le permite realizar un capital económico para invertir en su país de origen, por lo cual esta dispuesto a “aceptar” algunas adversidades propias del mercado de trabajo que se le ofrecen.
En los dos casos, en el del asilado político propiamente dicho y en el del inmigrante, podemos hablar de una permanencia temporal en el país de acogida, que le permite tolerar en alguna forma su nueva vida, a cambio de un proyecto futuro en su país de origen. Es así como la mayoría de los líderes de izquierda en Colombia que en su momento fueron asilados político y han regresado al país, ven compensado sus esfuerzos y sacrificios, con el reconocimiento político que les permite militar como cuadros políticos con peso específico.
Lo atípico de mi caso es que no hice una “militancia” política que me hiciera prever en un futuro la posibilidad de tener que salir de mi país; y tampoco obedezco al inmigrante que viaja a España para mejorar su situación económica. En resumen mi asilo político: ni me ha proveído, ni me proveerá en un futuro réditos políticos que compensen mi estado actual de no reconocimiento y limitaciones y menos ha contribuido a mejorar mi posición económica.
Huelga reconocer, que el Estado Español nos ha dado el apoyo que la ley reserva para los casos de asilo político.
Los frutos de la acogida.
En los seis años de mi nueva vida, creo que hemos hecho una devolución a ese apoyo que se nos dio en su momento desde el gobierno y desde la universidad:
- hemos propuesto para Ayuntamientos “Servicios de Mediación Comunitaria”;
hemos construido la Metodología para la Transformación Pacífica de los Conflictos “Espiral de Paz”;
- hemos participado en la formación de jóvenes universitarios, profesores de la Generalitat, policías locales, dirigentes sociales en la cultura de la paz;
- hemos coordinado diferentes postgrados y master, en los temas de negociación y mediación;
hemos intervenido en mejorar los niveles de convivencia y participación en los ayuntamientos desde la Mediación Comunitaria;
- hemos creado la consultora HUMAN Ibero América, para trabajar por la convivencia pacífica en experiencias compartidas entre España y América, creando los Encuentros Iberoamericanos sobre las Nuevas Visiones de la Convivencia y Seguridad Ciudadana, desde donde se promueve la seguridad como la seguridad de “todos los derechos”.
Cuando hablo de “hemos” hablo en nombre de toda mi esposa que ha sido soporte fundamental en dichos proyectos.
Integración con dignidad.
No obstante todo el apoyo anterior y la devolución que hemos hecho hay algo que no va. Cosas que no te hacen sentir cómodo. Cosas sutiles pero que al final, por la repetición se vuelven una montaña que te agobia y no te permite mirar el futuro con confianza. Cosas que te hacen recordar permanentemente que no eres de aquí. Haber si lo sé explicar. Parece que para la integración debes pagar un precio, una especie de “peaje”, impuesto por el control social que te exige en forma directa o indirecta aceptar el orden social vigente, y ahí es donde dices: ¿POR QUÉ ACEPTAR?
¿Por qué aceptar?, que ante mi hoja de vida (CV), llena de conocimientos profesionales, vivencias sociales, y de experiencias de vida, me digan “son tus batallitas”.
¿Por qué aceptar?, la poca pasión que refleja el “llenar el expediente” que te permite “cobrar cada mes”.
¿Por qué aceptar?, el anonimato, la indiferencia, el individualismo, el “tu mateix” (que significa tu mismo, en catalán), el “es lo que hay”, el “lo toma o lo dejas”.
¿Por qué aceptar?, esa “seguridad” que nos permite llegar a viejos pero no nos permite compartir.
¿Por qué aceptar?, este control social, que te hace bajar la cabeza cuando la quieres sacar y cerrar la boca cuando la quieres abrir.
¿Por qué aceptar?, que es mejor vivir muerto, que morir vivo, si en mi otra vida dije lo contrario.
¿Por qué aceptar, la competitividad al extremo, que excluye las relaciones entre iguales?
¿Por qué aceptar?, empujar el tren desde dentro del vagón.
¿Por qué aceptar?, que le pongan límite a tus aspiraciones profesionales, mirando la altura del techo de tu despacho.
¿Por qué aceptar?, las relaciones de trabajo estrictamente verticales en una sociedad que se dice democrática y de izquierda.
¿Por qué aceptar?, que mi metodología de trabajo (latinoamericana) recursiva, creativa, desenfadada, desacartonada, dinámica y participativa, sea puesta en duda y comparada con la metodología “catalana-judía” racional e inmediatista.
¿CÓMO HACER?
¿Cómo hacer?, para que a más de abrirnos la puerta, le quiten la cadena y nos permitan entrar.
¿Cómo hacer?, para que una carcajada no rompa la “convivencia ciudadana” y el tocar al otro no sea falta de respeto.
¿Cómo hacer?, para que nos vean… para que no nos “ninguneen” (término catalán que significa no verte, no tenerte en cuenta, en suma ser ignorado).
¿Cómo hacer?, para que nos reconozcan lo que somos y lo que traemos, superando el morbo que representa el ser de otra parte.
¿Cómo hacer?, para que nos ofrezcan los trabajos que ellos también quieren hacer.
¿Cómo hacer?, para que me permitan demostrarles que no soy ninguna carga que merece solidaridad y evitando que me digan que la “solidaridad no es obligatoria”.
¿Cómo hacer?, para que me llamen por mi nombre: Juan Guillermo, así como yo llamo a Josep Lluis por el suyo, y no como a veces me dicen: ” el colombiano”.
Para una integración real se requiere dar respuesta a los anteriores interrogantes, que te permitan una inserción social con DIGNIDAD: Por la dignidad como lo dijo tan sabiamente el “culebrero paisa” en la “Estrategia del Caracol”: “por la dignidad gran pendejo”. Aquí diríamos: “por la dignidad…coño”. Lo grave es que, como en la película, nuestros interlocutores no sepan que es la dignidad o tengan otro significado de ella.
Transformación positiva.
Para lograr una integración que te permita una transformación positiva de tu nueva vida, se deben superar dos momentos claves: de una parte, el reconocimiento de tu dignidad en el momento de tu integración; y de otro lado, el poder hacer el duelo, para poder entender y dar salida a esa historia de vida por la que tuviste que salir de tu país y que es imposible quemar junto con tus barcas al llegar al país de acogida, que permanece intacta como tu “caja negra”. Y lo mas grave aún, son historias de vida que aquí nadie las entiende y el que se ofrece a escucharte las deja en el campo del morbo y el realismo mágico, si es que logras que te escuchen todo el relato, por que por lo general te cortan y te dejan con el corazón en la mano en medio del relato, por que tienen que coger el metro ó tienen en el móvil “una perdida”.
De lo contrario no podemos vivir en paz, pues siempre estaremos acompañados por esas historias de vida y que en honor a la memoria histórica de cada uno de nosotros no debemos olvidar. ¿Cómo olvidar?. ¿Por qué olvidar?. En mi caso particular : la cárcel Bella Vista, la de Itagüi, el Cartel de Medellín, las Milicias, las bandas, Flor del Monte, a Barranquillita, el barrio Antioquia, Moravia, Villa del Socorro, el barrio París, Bello, esas calles empinadas de Medellín que me enseñaron lo que la Universidad me oculto y el Valle del Penderisco donde pase mis más bellos recuerdos de mi niñez y juventud.
¿Por qué olvidar? a Jesús María Valle, cuando me dijo: Juan nos van a matar y lo mataron.
¿Por qué olvidar? al “Tino”, cuando le dijo a Willington, después de hacer un “pacto de convivencia” que paró una guerra de 5 años en la comuna nor-occidental, “Parcerito, tenemos que seguir viéndonos para que no se nos olvide que somos amigos”.
¿Por qué olvidar? a Pablo Escobar, que me contó hace 15 años lo que hoy se sabe de la para-política?
¿Por qué olvidar? al “tino” que dijo en tono desafiante en el patio cuarto de la cárcel de Bellavista, “¿parce, saben qué? del barrio de donde yo vengo, somos varones las 24 horas del día…y lo mató uno del otro barrio”.
¿Por qué olvidar? a J. Mario, recriminándome, el por qué a mi se me había ocurrido empadronar como actores de paz a los bandidos de Bellavista.
¿Por qué olvidar? a Jair, diciéndome: “sabe que JuanGui? lo efectivo es lo afectivo… quiérannos”.
¿Por qué olvidar? a “Madera”, diciéndole al Ministro Serpa: “sabe que doc (sic), nosotros queremos llegar a viejos como usted…!ayúdenos!”, y no les ayudamos.
¿Por qué olvidar? a Alex, que me dijo: “de París me sacan pero muerto…y lo sacaron”.
¿Por qué olvidar? a Henry, que hoy trabaja por la paz desde otro bando.
¿Por qué olvidar? Y… otra vez por qué olvidar al “Tino”, cuando enfrentándose conmigo me gritó: “sabe qué parce? ni ustedes son tan buenos, ni nosotros somos tan malos”.
¿Cómo olvidar?
¿Por qué olvidar?
¿Para qué olvidar?
Finalmente, una propuesta y una confesión.
La propuesta. Parodiando a “Don Jacinto”, cuando a la pregunta del Perro Romero: “¿qué día es hoy?”, luego de la paliza que le propinaron los que no saben que es la dignidad, Don Jacinto le responde, pensando en su amada y lejana España: “Romero en España es otoño, es otoño en España”. Les propongo que cuando nos sintamos apaleados por los que aquí no entienden de dignidad, pensemos que en Colombia es Primavera… siempre es Primavera.
La confesión: después de muchos días y noches fuera de mi país, recuerdo entre sueños y sollozos en los amaneceres de Sabadell: el Valle del Penderisco, la Casa Rosada, el Alto de San Agustín, la carretera a Urrao, la finca Guamales, el Barrio Laureles, mi casa en San Cristóbal, mi perro Clarín, la yegua Colimocha, el bar el Yucal, el Viejo Jordán, a Guillermo y Leticia (Q.E.P.D.), y me despierto sobresaltado esperando que ese sueño sea realidad, pero no, ya es un sueño; en cambio, lo que vivo diariamente, cuando duermo espero volverlo un sueño, pero no es así, pues cuando despierto veo que es la realidad, entonces lo que vivo es una ¡PESADILLA!.
En el 2010 espero regresar a NONGOBARCO.
Feliz año a todos.
* El anterio escrito fue una conferencia dictada en la Biblioteca Xavier BenguereL Barcelona, el 20 de Octubre de 2007, en la mesa redonda sobre TRANSCULTURALIDAD: ACOMODACIÓN O TRANSFORMACIÓN?. Dentro de las 4as. Jornadas de sensibilización por Colombia. LA DISPORA. Organizada pos la Fundación IMAGO y apoyada por el CIDOB. Entre los expositores estaba el director de cine Sergio Cabrera.