Los que en alguna forma hemos sido testigos de la evolución del fútbol español en la última década, resaltamos más que otros el hecho que se haya coronado la selección española como la campeona del mundial en Suráfrica.
La ROJA es pedagogía del buen fútbol. Del juego limpio, en vez de los taches en el pecho o que lo diga De Jong. De tocar la pelota, del toma y lleve, como decíamos en los mejores momentos del DIM. De tener el balón y saberlo tener. Del trabajo en equipo en todas las direcciones, hacia los laterales, hacia atrás y hacia adelante. Y que reconocen, sin la culpabilización clásica, que los árbitros también se equivocan, y ganan a pesar de ello.
La ROJA es el antimodelo del futbolista galáctico. La selección española representa el nuevo modelo del futbolista, el joven sencillo, de barriada, sano, disciplinado, humilde, corajudo, sensible, sesudo, atento, solidario, amigo, compañero, que celebran más los goles de sus compañeros que los suyos propios y a la hora del compromiso, cuentan mas las viseras que los músculos.
Pero “al Cesar lo que es del Cesar” y al Barça lo que es del Barça. Esa pedagogía del buen fútbol y del antimodelo galácticos, lleva años elaborándose en el Fútbol Club Barcelona, en la Masía, allí donde han tenido su segundo hogar Xavi, Iniesta, Puyol, Piqué, Busquets, Capdevila, Cesc, Xavi Alonso, entre otros muchos, y hasta el mismo “Mister”, el ídolo “cule” que personifica la filosofía de la que estoy hablando, el Pep Guardiola, que ha sido fiel heredero de Cruyff, de Rinus y de Rijkaard, pero que a superado, con resultados a la vista, a sus maestros.
Mi reconocimiento al entrenador Del Bosque que supo, con bajo perfil y sentido común, hacer los cambios que el onceno español necesitaba en el momento justo.
Este triunfo generador de CONFIANZA España lo necesitaba.
¡En horabuena!
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